It`s a yellow place, monseiur

Hoy he saltado y visto un par de círculos amarillos en la pared, un par de esquirlas en un jardín de luna y un montón de vasos vacíos sobre un balcón, un-dos-un-dos. Y de un lado la hoja verde que azula con el brillante de una luz, bramando. Disparando terciopelo con un arma de desfogue, entrando de puntillas en un mundo cíclope que se enreda, a su vez, con aquello. Pero después ocurre esto: cien mastodontes tiran de una correa y un hombre con la boca abierta lanzando miniaturas singulares, como si me diese ganas de explicarlo. Es una mecánica rota, la mesa de las sensaciones coja por algún movimiento zigzagueante; como si una figura literaria (siempre tan fuera de sí misma, tan distante e irreal), pasara a ser parte de lo cotidiano, lo salvajemente común y fácilmente conseguible. Y de pronto, ellas, las señoras con gorro rojo, como cardenales, abren sus bolsos para lanzar voces, pero las voces escapan.

Guardado en: Ombliguismo

Comentarios

Anónimo dijo…
And my yellow submarine, aussi monsieur.

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